El arte de Cádiz que se tiende en la letra de un verso, fiel a la doctrina de sus ideas, soñador, peleador, jamás tuvo la paz de los demás porque siempre gano sus guerras.
Ese es Juan Carlos Aragón Becerra, licenciado en filosofía y con más de 40 chirigotas y comparsas a sus espaldas, un poeta que ha hecho de las baldosas del carnaval gaditano el alma de su musa.
Dar voz a quién no la tiene, ir de frente y mejor poner luz en las cabezas que palabras vacías en el corazón. Decir la verdad aunque duela, no se casa ni con su esposa y consciente de que hacer cosas diferentes trae consigo las bofetadas de los iguales. Alguien que se levanta pensando en cómo poner un poco más de realidad en las pulidas del arte se merecía estar en nuestro charco.
Desde un “condenao”, pasando por hippy y terminando por ser un ladrón, este revolucionario de las letras se confiesa creyente de Camarón pues vale mucho más una llave del reino del cante que de Dios.
Emprender desde un papel en blanco, desde seis cuerdas que luego llenan hasta la última esquina de un escenario, es mucho más que innovar. Ver como con un pasodoble la piel de alguien es capaz de temblar tiene que ser el mayor trofeo que cualquier persona que vive en el arte puede tener.
Quizás los días que nos llevan no están preparados para escuchar la verdad, pues poner calor en el corazón está al alcance de muy pocos genios.
Ese es Juan Carlos Aragón Becerra, licenciado en filosofía y con más de 40 chirigotas y comparsas a sus espaldas, un poeta que ha hecho de las baldosas del carnaval gaditano el alma de su musa.
Dar voz a quién no la tiene, ir de frente y mejor poner luz en las cabezas que palabras vacías en el corazón. Decir la verdad aunque duela, no se casa ni con su esposa y consciente de que hacer cosas diferentes trae consigo las bofetadas de los iguales. Alguien que se levanta pensando en cómo poner un poco más de realidad en las pulidas del arte se merecía estar en nuestro charco.
Desde un “condenao”, pasando por hippy y terminando por ser un ladrón, este revolucionario de las letras se confiesa creyente de Camarón pues vale mucho más una llave del reino del cante que de Dios.
Emprender desde un papel en blanco, desde seis cuerdas que luego llenan hasta la última esquina de un escenario, es mucho más que innovar. Ver como con un pasodoble la piel de alguien es capaz de temblar tiene que ser el mayor trofeo que cualquier persona que vive en el arte puede tener.
Quizás los días que nos llevan no están preparados para escuchar la verdad, pues poner calor en el corazón está al alcance de muy pocos genios.