Llegó, vio y venció, esto es lo que ha hecho nuestra invitada de hoy en nuestros corazones, conquistar con la palabra, la música y cientos de sonrisas el corazón de todo un país. Hoy María Rozalén se empapa con nosotros.
No ha pasado mucho tiempo desde aquella primera vez que la escuche. Aquella niña de rostro amable y pupilas dulces hacía temblar con cada nota la última esquina de la piel de todos aquellos que la escuchábamos. Nunca he visto tanta belleza junta en alguien que rompe todos los estereotipos de esta, jamás alguien puso tanto calor en la sonrisa de padres, hijos y abuelos.
No ha pasado mucho tiempo desde aquella primera vez que la escuche. Aquella niña de rostro amable y pupilas dulces hacía temblar con cada nota la última esquina de la piel de todos aquellos que la escuchábamos. Nunca he visto tanta belleza junta en alguien que rompe todos los estereotipos de esta, jamás alguien puso tanto calor en la sonrisa de padres, hijos y abuelos.
Hoy todos la conocemos, bien se lo ha merecido, pero lo importante de alcanzar la meta, como un poeta dijo, es el camino que lleva hasta ella. María sigue recorriéndolo, es cierto, pero el primer tramo estuvo lleno de más piedras que palmadas, de más inquietudes que tranquilidad pero siempre con una sonrisa.
Rozalén es la prueba de qué los sueños son perfectamente alcanzables cuando pones todas tus fuerzas en ellos. De abrazar con su voz los bares de Murcia, las puertas de Madrid no fueron fáciles de abrir con alguien que llegaba, como muchos artistas, dispuestos a comerse el escenario. Una vez la puerta se mantuvo abierta jamás volvieron a cerrarse. En medio de todo mucho trabajo, de artesana para dar a cada canción el molde único que hoy todos identificamos con ella y de empresaria para poder llevarse de comer algo a la boca, toneladas de esperanza y una ignorancia, la que cualquier persona tiene la primera vez que anda, que hoy ya es pasado.
Por eso hoy nos empapamos con esta niña, yo no quiero que crezca, todo un ejemplo de qué hacer cuando el mundo se derrumba.
Simón Hernández Aguado (@Sihea12)
Rozalén es la prueba de qué los sueños son perfectamente alcanzables cuando pones todas tus fuerzas en ellos. De abrazar con su voz los bares de Murcia, las puertas de Madrid no fueron fáciles de abrir con alguien que llegaba, como muchos artistas, dispuestos a comerse el escenario. Una vez la puerta se mantuvo abierta jamás volvieron a cerrarse. En medio de todo mucho trabajo, de artesana para dar a cada canción el molde único que hoy todos identificamos con ella y de empresaria para poder llevarse de comer algo a la boca, toneladas de esperanza y una ignorancia, la que cualquier persona tiene la primera vez que anda, que hoy ya es pasado.
Por eso hoy nos empapamos con esta niña, yo no quiero que crezca, todo un ejemplo de qué hacer cuando el mundo se derrumba.
Simón Hernández Aguado (@Sihea12)