Vamos a ser sinceros: Tenemos mala uva (por autocensurarnos y no decir otra cosa) y nos gusta. La ironía, el sarcasmo y el humor negro siempre nos saca una sonrisilla o una carcajada de inmenso tamaño.
Mr. Wonderfuck parece una reacción natural a una sobreexposición a fotos de amaneceres con citas de Paulo Coelho o carteles de autoayuda en letras grandes y coloridas. Podemos ver que Mr. Wonderfuck se ríe de la conocida Mr. Wonderful y de sus mensajes de buenrollismo. Y la verdad es que lo hace bien.
Haciendo parodias de sus conocidos diseños, esta idea nació cuando su creador, Pedro Ample, hablaba con sus compañeros de Social Noise, la agencia de la que es director creativo, sobre la irritante obligación de irradiar siempre buen rollo y sentimientos "cuquis". Se le ocurrió en ese momento dibujar a una escatológica mierdecita que rezaba "2013 va a ser una gran mierda". Así sin más. En una servilleta. Esa foto tenía 400 likes en Facebook esa misma tarde.
Haciendo parodias de sus conocidos diseños, esta idea nació cuando su creador, Pedro Ample, hablaba con sus compañeros de Social Noise, la agencia de la que es director creativo, sobre la irritante obligación de irradiar siempre buen rollo y sentimientos "cuquis". Se le ocurrió en ese momento dibujar a una escatológica mierdecita que rezaba "2013 va a ser una gran mierda". Así sin más. En una servilleta. Esa foto tenía 400 likes en Facebook esa misma tarde.
Ample explicó que su idea no era tocar las narices a nadie poniéndonos de mal humor. Él dice creer en el Ying y el Yang. Que no tenemos que pasarnos de buen rollito y que un poco de mala leche (ya lo he dicho, hala) de vez en cuando no nos viene mal.
Mr. Wonderfuck es un producto de su tiempo. Bebe de la mala leche de estos tiempos, y sí, se ríe de ellos con estas parodias. Muchas veces sólo hay dos opciones, o reír, o llorar, y Mr. Wonderfuck decide reírse de aquellas cosas que nos dan ganas de llorar. Ample se explica: “No odio todo lo cuqui, el handcraft o los postres de fantasía pero, por mucho que te encanten los cupcakes y aunque queden estupendos en un centro de mesa, al final hay que saber comerse unos callos aunque no haya filtro de Instagram que mejore su maldito aspecto”. (Yorokobu, abril de 2013)
Así que riámonos de la triste realidad de vez en cuando, que nos sienta muy bien, ¿verdad?
Deborah Picher - @debybowie